Diseño de interiores para un nuevo centro de psicología. Un refugio poético para el alma y la salud mental en València.
Para el nuevo centro de psicología se diseña un espacio que debía respirar la calma de un hogar para que los pacientes puedan sentirse como en casa. Un refugio para la mente, el corazón y el alma. Un lugar distendido y sin barreras donde sentirse libre para contar los problemas.
De esta forma se dibuja una sinfonía de formas, texturas y emociones. El objetivo era materializar un santuario donde las preocupaciones se desvanecen y las personas se hallan en paz. Inspirado en la alegoría del carro alado de Platón, el concepto del espacio es un baile de contrastes, donde la dicotomía del alma humana se palpa en cada rincón.
Una cenefa en blanco y negro, como un lienzo donde se entrelazan los destinos, recorre perimetralmente todo el espacio separándolo en dos partes visuales. Se reserva la mayoría de este a la parte terrenal, a la superación de los problemas y de la conducción difícil que proponía Platón representada en el caballo negro. Este elemento arquitectónico habla de ese equilibrio entre opuestos, donde una sutil línea delimita la oscuridad de la luz.
La paleta de colores en el techo juega con dos tonalidades de azul, creando una sensación de profundidad en el espacio. Por otro lado, la moqueta oscura que viste el suelo dota al espacio de calma y calidez y actúa como un ancla hacia lo mundano y terrenal. En ciertas áreas, la moqueta se extiende en forma de zócalo, creando transiciones fluidas.
La planta del proyecto se articula en torno a un espacio central destinado a la sala de espera. Desde ahí se accede a las diferentes consultas mediante un corredor secundario de dimensiones reducidas. Esta distribución presenta diversas irregularidades, las cuales se corrigen geométricamente para regularizar las estancias mediante una gran caja contenedora. La caja, realizada en madera, alberga instalaciones, estructura, almacenaje según el programa, así como la cocina y los aseos. La madera utilizada es de tablero marino lacada en mate incoloro, con frentes modulados para crear un ritmo de perforaciones verticales. Esto por un lado, favorece la ventilación y, por otro, resuelve el sistema de apertura de puertas manteniendo una estética coherente.
En este proyecto se pone en valor las irregularidades del espacio. Las paredes están enlucidas de mortero ranurado con llana dentada manual. Se trata de un material vivo, moldeado por manos humanas, que busca la belleza en la diversidad y en la desproporción en cada detalle. El diseño de interiores se vertebra en torno a su propio lenguaje estético, donde el mortero ranurado se convierte en el hilo conductor que cose cada rincón del espacio, manifestando las inconformidades y singularidades del ser humano de manera armoniosa y poética.
Las pinturas utilizadas en tonos azules buscan crear profundidad. Las plaquetas porcelánicas individuales beige y negras regularizan la altura del proyecto. La madera marina perforada y la moqueta oscura en el suelo añaden calidez y calma al espacio, mientras que el programa de iluminación propone un juego de luz indirecta para elevar la sensación de intimidad y confort.
El mobiliario ha sido diseñado a medida: bancos y estanterías que hablan de la imperfección del material. Acabados en crudo, soldaduras brutas y estructuras bastas para aportar coherencia al lenguaje estético. Además, también se ha creado ad hoc los textiles que visten el espacio como cortinas y cojines. Cada elemento ha sido cuidadosamente planteado para contribuir a la atmósfera acogedora del centro y crear un espacio que no solo sea funcional, sino también inspirador y tranquilizador.